fracta 017



Fracta del latín, Quebrada, es el título del proyecto que realicé en el 2017, junto a cinco grandes artistas internacionales; Polonia, Francia, Australia, y EE.UU, dentro de la exposición Obsessio. Comisariada por Belén Conesa desde la residencia de Arte Contemporáneo La Postiza de Murcia. 

La intensa experiencia duró unos 6 meses en los que conviví con los procesos de mis compañeros. El resultado quedó expuesto en en el Centro Párraga de Murcia. El evento incluía tres performances. Por primera vez incluí danza contemporánea y estoy inmensamente agradecida a la bailarina y coreógrafa 
Yolanda Ruiz  y a su alumna Laura Conesa, por hacer realidad el movimiento físico de "Fracta" y acompañarme en mi locura y obsesión.

"Un día empecé a quebrarme. Primero, por dentro, no en las entrañas, sino en el alma. Luego en lo externo. En realidad, no recuerdo el orden de los factores, pero sí fui consciente más delante de que ese quebranto marcaría quién soy y hacia dónde me dirigía.

Mi obra Fracta es un tríptico de dolor, de rotura, de emoción. Cuando el dolor se convierte en una constante, como lavarse las manos, peinarse o ducharse; en una imagen fija, permanente, angustiosa; se transforma en obsesión. Mi obsesión. Nunca antes en mis creaciones había expresado esta experiencia así, tan explícitamente. Eran más bien pedazos, esbozos, recuerdos de aquello. En Fracta desnudo algo muy íntimo. Es la historia de un proceso de aceptación personal, cuando mi mundo se vio asediado por un dolor físico continuo, que se apoderó de mi identidad.

A través de esas extremidades cortadas, partiendo de una rodilla que desestabiliza, poco a poco, toda la estructura ósea hasta dañar los ligamentos, quiero expresar el dolor, mi dolor, que me oprimía y encerraba todos mis sueños en una jaula. Me sentía una muñequita, de esas que se desarman con facilidad, con miembros de quita y pon. A modo de fractales matemáticos, todo se enreda en líneas punzantes, que atraviesan los cuerpos desnudos. Todos ellos, el mío. Destinado, como el de las mártires del siglo XVII con sus dorados bizantinos, a una especie de tortura incomprensible. El zapato de tacón, un objeto tan atractivo para mí, se convirtió en algo prohibido, y, por lo tanto, deseado símbolo de feminidad. Una danza, tantas veces alivio en mis momentos de ira, acompaña al tríptico, como un recuerdo efímero de mis movimientos libres y luego torpes. De mi lucha por seguir la línea natural de mis caderas.

Una vez más, vuelvo a utilizar un lenguaje cargado de símbolos, metáforas y fetiches para expresar un universo tan personal. Unas medias rasgadas, collages de recortes con desnudos de los años 20; juguetes del siglo pasado, pertenecientes a mi abuela paterna, representando el pilar de vida que fue para mí; el acrílico chapoteado de manera nerviosa e improvisada, reflejo de desesperación y ansiedades varias; fragmentos de revistas vintage en francés, un idioma que no entiendo, lejano a mi realidad y que representa lo que supuso psicoanalizar mi recuperación; el polvo de color opaco del “pastel” y el reciclaje, son algunos de los elementos de los que me he servido para transmitir las encontradas emociones sentidas durante este proceso.

Hoy Fracta convive conmigo, me eleva en un eterno échapé. Puedo expresarla porque ha mutado como yo. Después de muchas fases, ella soy yo también, y al ser yo, duele menos. Lo que antes era merma, ahora es superación y cobijo".

Miriam Martínez Abellán



           

                                                                                                                   





























































































Centro Párraga



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