“Comidillas” es una exposición que surge de
un viaje de verano por el sur de Francia. A partir de hojear revistas de moda de
los años 30 y 50 se gesta una necesidad en la autora, Miriam Martínez Abellán, de presentar una colección con cierto
sabor francés, entendido como algo delicado, elegante e íntimo. Observando las
posturas y expresiones de las modelos, todo da la sensación de continuas
conversaciones entre ellas sobre diversos temas de la vida moderna. A modo de
comidillas, cotilleos y sarcasmos cotidianos, cada cuadrito se va convirtiendo
en una historia imaginada. El mismo título juega con el equívoco, con el doble
sentido de las palabras, que tanto gusta
a la artista, ya que es un vegetariano, “El Girasol”, el marco pensado para la
misma. Este título en castellano contrasta con los textos en francés que
acompañan a cada pieza, dando lugar a situaciones desenfadadas que podrían
parecer microrrelatos visuales, tal y como apunta en su texto Basilio Pujante Cascales:
Un
vistazo. Con eso basta a veces. Una mirada para aprehender unas líneas sobre un
cartón o unas manchas de tinta sobre dos páginas de papel ahuesado. En
ocasiones, aunque no lo crean, es suficiente. Suficiente para tomar conciencia
de un mundo que la autora ha creado sólo para nosotros, para nuestros ojos. Una mirada para entender que estamos ante unas líneas que forman un collage o ante
unas manchas de tinta que se han agrupado en forma de microrrelato. Un vistazo.
Lo
demás, por supuesto, viene después. Como ese zoom óptico que las cámaras
digitales están comenzando a dejar obsoleto, nuestra mirada se irá acercando al
collage o al relato y de su totalidad irán apareciendo los matices y la
historia que, en ese primer vistazo, nuestra limitada retina no puede
transmitir a nuestras neuronas.
Es
así como los collages de Miriam Martínez Abellán nos cuentan, como el narrador en las
minificciones, esas historias que nuestro primer vistazo sólo ha intuido.
Historias que nos susurran en francés mujeres de una época pasada. Un tiempo en
el que la elegancia era un valor importante, en el que la forma de ponerse el
sombrero o de ceñirse el vestido podían derrumbar a los hombres más duros. Protagonizan,
como los personajes de los microrrelatos, historias apenas apuntadas, cimas de
un iceberg cuya profundidad debemos recorrer a ciegas. Son fábulas de sapos que
se creen príncipes, de ruiseñores charlatanes o de damas que preguntan ante el
espejo por la más bella del lugar. Dentro del marco, como en los márgenes de la
página, todo puede ocurrir: una danza de flores, mujeres que regresan de
lugares ignotos, tentaciones que acechan o niñas que pasean inocentemente.
Estas
mujeres, junto a sus secretos, su desdén, sus hombres en la sombra y sus
cuchicheos, son las protagonistas de las historias que Miriam Martínez Abellán nos
cuenta en sus collages. Acérquense. Con un vistazo no es suficiente.
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